Bad Bunny, demandado por dueño de "casita" original, analfabeto de 84 años
Un hombre de avanzada edad de Humacao ha emprendido acciones legales contra el reconocido artista musical y sus empresas, alegando la utilización y réplica no autorizada de su vivienda.
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Por: Erika Mesa Díaz
Creativa Digital

Un hombre de 84 años de Humacao, Puerto Rico, ha interpuesto una demanda millonaria contra Bad Bunny y sus compañías productoras. Román Carrasco alega que utilizaron su propiedad sin autorización adecuada para el cortometraje "Debí Tirar Más Fotos" y luego construyeron una réplica para los conciertos en el Choliseo.
La demanda busca una compensación de seis millones de dólares por enriquecimiento injusto y daños morales. El demandante afirma que los representantes del artista se aprovecharon de su analfabetismo para obtener su firma de manera fraudulenta. Según la documentación legal, nunca se le explicaron los detalles del contrato ni se le informó sobre el uso completo que se daría a su propiedad.
La réplica de la casa se construyó en el Coliseo de Puerto Rico José Miguel Agrelot, donde Bad Bunny realizó su residencia "No me quiero ir de aquí" entre julio y septiembre de 2025. Esta residencia generó un impacto económico estimado de 200 millones de dólares para Puerto Rico y llenó 15,000 asientos en sus primeros tres días.
La casa se convirtió en elemento central del concepto del álbum y la residencia musical del artista, productos que han recopilado millones de visualizaciones e ingresos.
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Román Carrasco es propietario de una vivienda ubicada en Humacao, Puerto Rico, que construyó junto a su hermano durante la década de 1960. La propiedad, inscrita legalmente a su nombre en el Registro de la Propiedad, representa un valor sentimental y patrimonial significativo para su dueño. Carrasco, de 84 años, recibió poca escolaridad en su juventud y no sabe leer ni escribir, aunque puede firmar su nombre.
La casa ganó notoriedad cuando fue seleccionada como ubicación principal para el cortometraje "Debí Tirar Más Fotos" de Bad Bunny. El cortometraje, estrenado el 3 de enero en YouTube, cuenta con más de 22 millones de visualizaciones y presenta como actor principal a Jacobo Morales. Además, cada canción del álbum homónimo incluyó un visualizer grabado en esta propiedad.
El diseño y construcción de la casa reflejan la arquitectura tradicional puertorriqueña, lo que explica por qué el equipo de producción la consideró ideal para representar la esencia cultural que Bad Bunny quería transmitir en su trabajo. Esta autenticidad cultural se alinea con la marca personal del artista, conocida por celebrar abiertamente sus raíces boricuas en su música y proyectos visuales.
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La demanda alega que los representantes de Bad Bunny actuaron de manera engañosa al obtener el consentimiento de Carrasco. Según los documentos judiciales, en noviembre de 2024, Mariam Padial, empleada de los demandados, se acercó a Carrasco para solicitar autorización para usar su propiedad. Le explicaron que la utilizarían para un cortometraje, pero omitieron detalles esenciales sobre el proyecto y su alcance.
El equipo de producción requirió la firma de Carrasco en la pantalla en blanco de un teléfono celular, sin presentarle un contrato físico ni explicarle su contenido. Alegadamente, transfirieron digitalmente esta firma a dos contratos distintos sin su conocimiento. Carrasco recibió dos pagos por un total de $5,200, pero no obtuvo copia de los documentos hasta julio de 2025, cuando su hijo los solicitó directamente.
Durante el rodaje, el equipo tomó fotografías y medidas detalladas del interior y exterior de la propiedad sin explicar su propósito real. Carrasco alega que utilizaron estas mediciones para construir una réplica exacta de su casa en el Coliseo de Puerto Rico sin su autorización. Esta réplica funcionó como escenario principal de la residencia "No me quiero ir de aquí", que generó ingresos millonarios.
La demanda argumenta que los acuerdos son nulos debido al consentimiento viciado y al aprovechamiento de la condición educativa limitada de Carrasco. Alegan enriquecimiento injusto, ya que los demandados se beneficiaron económicamente de una propiedad que replicaron sin compensación justa más allá del pago inicial.
Qué buscan los demandantes
Román Carrasco busca una compensación económica de seis millones de dólares por daños y perjuicios. De esta cantidad, cinco millones corresponden al enriquecimiento injusto que habrían obtenido los demandados por el uso comercial de su propiedad. El millón restante corresponde a daños morales por la pérdida de privacidad y tranquilidad.
La demanda explica que la exposición pública de su propiedad ha convertido su domicilio, sin desearlo, en atracción turística. Personas se detienen frente a su casa, penetran en su propiedad para tomar fotografías y videos, e incluso circulan imágenes comerciales de su vivienda sin su autorización. Esta situación ha alterado significativamente su estilo de vida y paz mental.
Carrasco solicita al Tribunal que declare nulos los contratos existentes y condene solidariamente a todos los demandados al pago de la compensación. Los demandados incluyen Rimas Entertainment LLC, Move Concerts PR Inc, AI Productions LLC y el propio Benito Antonio Martínez Ocasio (Bad Bunny). La demanda enfatiza que Carrasco no busca dañar al artista, sino recibir una compensación justa por el uso no autorizado de su propiedad.
El caso podría establecer un precedente importante sobre los derechos de propiedad intelectual y física en producciones artísticas, especialmente cuando involucran a personas en situaciones de vulnerabilidad educativa o económica. La resolución podría influir en cómo las productoras obtienen permisos para ubicaciones en el futuro.
Kapo habla de su experiencia al lado de Bad Bunny: “Un momento que me llenó de ilusión”La demanda contra Bad Bunny y sus compañías productoras presenta un complejo caso que contrasta el éxito comercial con la ética en la obtención de permisos. Por un lado, la residencia "No me quiero ir de aquí" generó un impacto económico significativo en Puerto Rico y celebró la cultura local. Por otro, plantea serias cuestiones sobre el tratamiento adecuado a propietarios durante la preproducción de proyectos artísticos.