Colombia
Después de casi una década de amor, Katy Perry y Orlando Bloom deciden separarse de forma amistosa, priorizando su bienestar y el cuidado de su hija Daisy.
Publicado:
Por: Michele Odarba
Creativo Digital
En un giro inesperado, pero en cierto modo anunciado, la historia de Katy Perry y Orlando Bloom ha llegado a su capítulo final. Ambos decidieron poner punto y seguido a su relación tras nueve años de idas, vueltas y una hija en común. Más allá de los rumores, lo que emerge es un adiós marcado por la madurez y el respeto mutuo.
Según una fuente cercana, “no hay conflicto por ahora”, y aunque la separación pesa en Katy, también le brinda un respiro: “está aliviada de no tener que pasar por otro divorcio” ([europafm.com][1]). La relación, dijeron, se vino abajo tras meses de tensión y caminos paralelos, reforzados por compromisos profesionales que los mantienen lejos el uno del otro.
El detonante fue la distancia física: Katy se encuentra inmersa en su gira “The Lifetimes Tour”, con múltiples fechas glob… mientras Orlando, en proyectos cinematográficos, se encontraba en Dublín. Desde enero ambos vivían en casas separadas en Montecito, evidenciando una convivencia rota.
La noticia de la misión suborbital de Katy con Blue Origin y su viaje espacial con Lauren Sánchez marcó un punto de quiebre. Orlando se mostró reticente, criticó la iniciativa y su ausencia en un evento cercano a la cobertura del viaje subrayó el distanciamiento.
La ex pareja comparte una prioridad común: Daisy Dove, su hija de cuatro años. Están comprometidos a mantener una co‑parentalidad basada en el respeto y la armonía. Katy aparece en redes con actitud reconectada, como en su visita a un quokka en Australia, donde definió su nuevo estado de ánimo como “Mood: Quokka”.
Nos queda un ejemplo de cómo el amor puede transformarse sin dejar rencores. En Mix Radio, celebramos el poder de la madurez emocional y una lección de que la separación no implica ruptura total: es un acto de responsabilidad, especialmente cuando hay una hija de por medio. Kei sigue su camino en el programa, recordando que a veces soltar también es amar.