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Inspirada en la atmósfera legendaria del club alemán y su política exclusiva, la cantante española construyó una narrativa visual plagada de referencias cultas y emociones intensas para su último lanzamiento.
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Por: Juan Manuel Arias Montenegro
Creativo Digital

Desde su lanzamiento, Berghain, el nuevo sencillo de Rosalía, ha generado un intenso debate entre expertos y aficionados.
Su video musical, repleto de símbolos religiosos, referencias artísticas y una producción visual sorprendente, ha desatado multitud de interpretaciones en plataformas digitales sobre sus mensajes ocultos y la inspiración en el exclusivo club de Berlín que le da nombre.
El tema toma su nombre de Berghain, un club situado entre los barrios de Friedrichshain y Kreuzberg, en Berlín, un lugar que, tras su apertura en 2004 en una antigua central eléctrica, se ha convertido en un referente global de la cultura techno y la vida nocturna alemana.
Su reputación se apoya en una estricta política de acceso: los asistentes deben afrontar extensas filas, un riguroso filtro de entrada y un código de vestimenta dominado por el negro, incluso, los dispositivos móviles son guardados al ingresar, preservando la intimidad y el misterio del espacio.
Esta atmósfera exclusiva y semiclandestina ha cimentado la leyenda de Berghain, que en 2016 fue reconocido fiscalmente por un tribunal alemán equiparándolo a teatros y museos por su impacto cultural.
El videoclip ha sido interpretado en redes sociales como una narrativa cargada de referencias religiosas y artísticas. Por ejemplo, usuarios como @marysabelhuston en TikTok apuntan que el video es “un viacrucis literal”, destacando motivos como rosarios en los pies de Rosalía, imágenes de la Virgen, cuadros como el Sagrado Corazón y representaciones de figuras como Eva y la manzana o La Dama del Armiño.
Animales que mutan en pesadilla y una orquesta que simboliza pensamientos intrusivos refuerzan el carácter introspectivo y dramático de la pieza.
En el metraje, la cantante recreó una escenografía en la que lo sagrado y lo psicológico se entrelazan, con escenas de hospital, símbolos religiosos y coreografías que evocan penitencia, y que proponen una exploración sobre el amor, la culpa y la redención, construyendo un relato que plantea la lucha interna entre razón, fe y emoción.

Las letras de Berghain refuerzan la dualidad de la obra. En inglés, Rosalía afirma: The only way to save us is through divine intervention, que traduce: La única manera de salvarnos es mediante la intervención divina.
El coro en alemán profundiza en la identificación emocional: Seine Angst ist meine Angst, Seine Wut ist meine Wut, Seine Liebe ist meine Liebe, Sein Blut ist mein Blut: Su miedo es mi miedo, su rabia es mi rabia, su amor es mi amor, su sangre es mi sangre.
A ello se suma la aparición de una camiseta con la frase My intrusive thoughts sound like this: Mis pensamientos intrusivos suenan así, reforzando la idea de conflicto mental y catarsis reflexiva.
El creador de contenido y compositor Jordi Longán describió en un video de análisis la estructura musical de la pieza, subrayando su sonoridad barroca y una base compuesta por solo tres acordes: Re menor, Sol menor y La mayor.
Longán afirmó que los arpegios de violín fueron probablemente acelerados digitalmente para lograr un efecto más intenso, y que la producción manipula el tempo para generar dramatismo, también hizo énfasis en los contrastes entre la introducción orquestal, la aparición de coros en alemán y los cambios abruptos a registros en español.
La participación de artistas invitados como Björk y Yves Tumor añadió capas de experimentación y texturas vanguardistas, fusionando elementos del siglo XVIII con recursos sonoros actuales.
El club Berghain es un emblema de la escena techno de Berlín y símbolo de una contracultura que apuesta por la libertad y la transgresión; como también, su localización en una antigua central eléctrica y su política de privacidad absoluta acentúan su aura de secretismo.
Las filas interminables en la entrada, los códigos estrictos de vestimenta y un público variopinto formado por amantes del techno configuran una experiencia que, como en “Berghain”, rehúye el juicio externo y protege la autenticidad del momento.
Rosalía, al titular su tema con el nombre de este club, toma prestado su halo de exclusividad y misterio, y lo convierte en una metáfora visual y musical sobre la introspección, el dolor y la búsqueda de redención, estableciendo nuevos rumbos para la música contemporánea mediante una propuesta tan conceptual como enigmática.